Paco Sánchez, un seductor de equipos que, al fin y al cabo, “sólo hace ropa”

Paco Sánchez diseñó el vestido de novia de su hija y el que llevó su esposa el día del enlace. Con este precedente, bien podría ser el director creativo de una marca, pero lejos de eso es el director general de Lola Casademunt desde 2020, un periodo en que la empresa ha multiplicado por seis su facturación. Sánchez llegó a la compañía de moda femenina tras una larga trayectoria en Pronovias, donde trabajó codo con codo con Alberto Palatchi, su fundador, y donde lo aprendió todo. Con la perspectiva de una carrera de más de 40 años, Sánchez ha dejado atrás el ritmo frenético para relativizar las cosas: “al fin y al cabo, sólo hacemos ropa, no vacunas”.

 

 

Revista Modaes número 55

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En 1984, cuando no era más que un adolescente y sin haber acabado los estudios, Sánchez se incorporó al almacén de Pronovias. “No éramos más de veinte personas, todas de mucho oficio, de tejidos, de patrones: me enseñaron a coser, planchar, a recortar una puntilla…”, recuerda.

 

De almacén pasó a taller, y de taller a jefe de compras (cuando retomó sus estudios), para terminar dirigiendo todas las operaciones de Pronovias como hombre de máxima confianza de Palatchi. “De él aprendí la exigencia, la excelencia: en moda el ojo es el que trabaja; es sí o no, si cuando ves una prenda arrugas la nariz, es no”, destaca Sánchez, que habla cinco idiomas y piensa tan rápido como habla.

 

 

 

 

Con una trayectoria de treinta años en Pronovias, no es extraño que el momento que más le ha marcado en su carrera profesional tuviera lugar allí. Fue en 2013, cuando Manuel Mota, director creativo y a quien había conocido desde sus inicios, se quitó la vida. Sin entrar en los motivos que le llevaron a ello, Sánchez dice que, desde entonces, lo “relativiza todo”.

 

Aprendí que esto sólo es trabajo, que tiene estar basado en la alegría”, confiesa en el único momento de toda la conversación, durante un almuerzo en el Real Club de Polo de Barcelona (donde hace deporte frecuentemente con su esposa), en que pierde la sonrisa.

 

Los días trabajando 24 horas han quedado atrás, aunque en Lola Casademunt esté construyendo un proyecto que mira a los cien millones de la mano de Maite Gassó, su propietaria. “Hemos de hacer grande Lola, todo es posible, pero disfrutando, desde la paz más absoluta”, afirma.

 

 

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Sánchez, que en agosto cumple 60 años, es un seductor. Siempre arreglado y con el pelo perfectamente colocado, el directivo habla rápido y de forma cercana aunque no conozca a su interlocutor. “El talento no se puede retener, el talento se seduce”, dice mientras recuerda cómo creó y cómo está creando equipo en Lola Casademunt, donde se incorporó justo antes de la pandemia. “Agenda y Linkedin, poco más, y a vender el proyecto, a ilusionar, buscando jugadores de equipo y aptitudes: gente buena y buena gente”, resume.

 

Asegura que en Lola Casademunt ha encontrado una “casa”, como la “casa” que dejó en Pronovias, de donde salió con 54 años. Lo hizo tras haber liderado, en muchos casos representando a Palatchi, la venta de la empresa por más de 500 millones. Cuando Pronovias cambió de manos, sabía que no era su lugar y, a los dos años, se marchó. Firmó un lunes y el martes se despidió de 350 personas. “Tienes que irte a tiempo de los sitios: de un matrimonio, de una fiesta o de un trabajo”, dice con rotundidad.

 

 

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