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manual básico para hombres que quieren vestir bien este verano
BarcelonaTe propongo un ejercicio de observación. Busca por la calle a un hombre de edad indefinida que vista una camiseta oscura, a menudo descolorida, una camisa sin gracia, unas bermudas que han visto tiempos mejores y unas chancletas que parecen de otra época. Si el individuo es joven, seguramente llevará zapatillas neutras de alguna marca reconocida internacionalmente con calcetines hasta el tobillo. ¿Has visto alguno? Seguro que sí. Quizás tú mismo encajas en la descripción. Es una ley no escrita pero fácilmente identificable: un código visual masculino que se repite cada verano como un uniforme no oficial.
Un gran vacío estético
Cuando el termómetro sube y no existe ningún código de indumentaria impuesto —ni por trabajo ni para que lo dicte una ocasión especial—, el estilo masculino tiende a desaparecer. De hecho, parece escrito con pereza. Caen las capas ya veces también las ganas de vestirse con intención. En las oficinas, el aire acondicionado intenta poner orden ante un caos estético generalizado que a menudo se (mal)etiqueta como casual Friday. En las playas, en las terrazas, en las calles… triunfa el conjunto antilook. Una especie de dejadez que algunos expertos creen tener más lecturas. «Muchos hombres no renuncian sólo a la ropa, sino también a cualquier tipo de narración estética», observa el editor y director de arte Carlos Marán, quien defiende que la moda puede ser esmerada, funcional y cómoda a la vez, sin caer en la monotonía. «El discurso del ‘me encanta el verano’ acaba cuando eres un hombre con camisa en el metro a 38 grados», añade con ironía. Pero eso, dice, no justifica bajar el listón: «El placer de vestirse puede existir también con calor».
Las raíces del problema
El estilista Patricia Gutiérrez apunta que la forma en que se ha construido la masculinidad tradicional ha limitado enormemente la libertad de expresión a través del estilo. «Etiquetas como metrosexual o feminizado han dejado marca. No sólo generan inseguridad, sino que también han situado la funcionalidad por encima del placer estético, como si disfrutar de la ropa fuera incompatible con ser hombre», reflexiona. Por eso, defiende que «hay que empezar a ver el hecho de vestirse no como algo superficial, sino como una forma de expresión».
Desde Thinking Mu, una firma que apuesta por vestir desde la creatividad, apuntan otro factor clave: la falta de modelos inspiradores con los que sentirse identificado. «A menudo los estilos que ven gustan, pero se perciben lejanos o inaccesibles», sostiene Marta Iglesias, directora de marketing del sello barcelonés. A esto se suma un consumo muy pautado por la seguridad: «Es más fácil comprar una pieza que sabes que te pondrás muchas veces que arriesgarte con una tendencia, aunque realmente te guste».
Carlos Maran lo sintetiza así: «No es un problema de interés, sino del mensaje que intencionadamente escoges proyectar. Un hombre con un pantalón corto deportivo y una camiseta de algodón de Comme des Garçons está lanzando una declaración de intenciones. Dice que va cómodo, que le gusta el diseño y que le roba mensaje, se valora alguna calidad.»
Oferta ilimitada, estética limitada
A este contexto hay que sumar una oferta comercial que a menudo tampoco nos acompaña. El panorama dentro de la sección masculina de muchas tiendas es monocromo, homogéneo y repetitivo: una amalgama de básicos que parecen clónicos. la ausencia. Además, el contraste con la moda femenina es notable: mientras ellas disponen de un armario más diversificado —con siluetas, colores, texturas y accesorios de todo tipo—, ellos recurren una y otra vez a los mismos elementos de siempre.
Marta Iglesias, de Thinking Mu, coincide. Apunta que la propia naturaleza de las piezas veraniegas —más ligeras y sencillas— dificulta la innovación, pero también abre un reto interesante. «Para cambiarlo, habría que abrir la mirada en el patronaje. Así los hombres podrían experimentar sin miedo a sentirse juzgados».
Por suerte, no todo está perdido. Las nuevas generaciones están más abiertas a jugar con la ropa, probar texturas o introducir pequeños gestos de estilo. Este cambio de mentalidad también ha propiciado la aparición de marcas que desean reformular el código visual masculino y ofrecer alternativas reales.
Cambiar las reglas del juego
En nuestro país también hay proyectos de moda que apuestan por una mirada más fresca del vestuario masculino. «Nuestra colección es muy colorida, con estampados que nos recuerdan paisajes naturales vistos desde diferentes perspectivas, camisetas con clásicos como el chiringuito o las gildas, y tejidos que emulan texturas del Mediterráneo», explica Iglesias. Su propuesta reivindica el detalle y el carácter: «Buscamos constantemente nuevas fibras y técnicas para que cada pieza sea única».
Desde la marca Pompeii defienden otra sensibilidad: lo que llaman refined streetwear, una fusión entre la estética clásica y la informal. «Los básicos pueden tener mucha fuerza si están bien hechos», afirma Jandro Tapiolas, responsable de contenidos. «Con buenos materiales, patrones cuidados y diseño con alma, se puede vestir con estilo sin parecer disfrazado».
Por su parte, Arrels Barcelona es una firma que utiliza el arte como seña de identidad. Especializados en camisas estampadas, colaboran con artistas internacionales para dar carácter y singularidad a cada prenda. «Nuestras colecciones tienen mucha personalidad», reconoce Javier Llaudet, cofundador de la marca. ¿Su público? Hombres de 30 a 55 años, amantes del arte, la cultura y los viajes. Y sí, también abiertos al atrevimiento. «Diría que en verano se arriesga más que en invierno. Cada vez hay más que se atreven con estampados divertidos y alegres», apunta.
Para explorar estos caminos alternativos, Carlos Marán recomienda mirar hacia la escena local. Invita a descubrir plataformas como la 080 Barcelona Fashion, donde conviven sensibilidades muy diversas: «Desde el dandi minimalista de Scorpio o Lemachet hasta el hedonismo fantasioso de Victor von Schwarz y Outsiders Division». También destaca nuevos nombres como Guillermo Justicia y Rubearth, que encarnan una masculinidad más joven, fluida y sin complejos.
Más allá de marcas y creadores, Marán detecta un cambio de etapa. «No es una cuestión de falta de riesgo, sino el reflejo de una industria que viene de una gran resaca emocional», apunta. «Pero ahora la moda ha entrado en una fase de reenamoramiento y vuelve a soñar, experimentar y buscar soluciones creativas». En ese escenario, la moda masculina está en plena ebullición: «La imaginación vuelve a ser rentable». También hay espacio para todos: «Desde el hombre que valora los detalles hasta lo que sólo quiere vestir bien para afrontar un martes cualquiera».
Manual de supervivencia estética
Vestirse bien en verano no debería ser perseguir el oasis en el desierto. Se necesita criterio, intención y algunas buenas decisiones para crear un buen look veraniego. «No hace falta tener más, pero sí escoger mejor», recuerda Patricia Gutiérrez.
1.
Elige piezas de calidad
Camisas de lino, camisetas bien cortadas, bermudas estructuradas o unos buenos mocasines pueden marcar la diferencia. «Son piezas versátiles que se adaptan a cualquier situación», explica Patricia Gutiérrez. Según el estilista, los complementos —gafas de sol, relojes, pulseras— elevan cualquier combinación.
2.
Encuentra la silueta adecuada
Todos los ojos deben ir a la silueta escogida. «Ni muy ancha ni demasiado ceñida», apunta Gutiérrez: «Encontrar el corte adecuado estiliza la figura y hace que el look funcione sin esfuerzo».
3.
Apuesta por los tejidos naturales
Algodón orgánico, lino, viscosa… son agradables al tacto, dejan respirar el cuerpo y dan textura. Carlos Marán insiste: «Observa cómo reaccionas al calor con piezas que permitan moverte de forma natural».
4.
Da una oportunidad al color
No hace falta abrazar el fucsia o el amarillo limón si no va contigo. Hay tonalidades más discretas que funcionan muy bien: marrones, verdes, azules… que aportan personalidad sin estridencias. «Los tonos suaves son una opción muy elegante y fácil de combinar», apunta Gutiérrez.
5.
Abraza los volúmenes estratégicos
Las prendas anchas favorecen más de lo que pensamos y son cómodas de llevar. Además, pueden combinarse con otra ropa más fluida o más ceñida para equilibrar el conjunto.
6.
Inspírate bien
Menos influenceros que siguen tendencias absurdas y más cine de autor que apuesta a menudo por combinaciones clásicas que nunca pasan de moda. Carlos Marán propone inspirarse en clásicos como La Gran Belleza, Call Me by Your Name, Parthenope o cualquier estilismo de Queer«.
7.
La intención, al frente
Uno look veraniego no debe ser extremo, pero sí coherente. Sea una camiseta blanca o un estampado atrevido, todo comunica. Párate a pensar el porqué de la elección o qué quieres transmitir a los demás. Todos los detalles cuentan.