Los mocasines de hombre que dominan el street style de las capitales de la moda valen menos de 50 euros

Los mocasines para hombre han sido los zapatos de ‘niño bien’ de toda la vida, cierto es. La versión casual de un zapato que adoptaron aquellas familias de alta alcurnia que únicamente concebían las zapatillas para marcar la pisada sobre las pistas deportivas -mayormente la cancha de tenis o la pista de golf, deportes predilectos para esta élite socioeconómica-. Un calzado que parecía exclusivo de economistas, consultores, abogados y, por supuesto, también de sus herederos, quienes cursaban sus estudios en universidades privadas de alto nivel. Piensa en cualquiera de la Ivy League, en Cambridge y en Oxford.

No obstante, tan verídico es este contexto original como que dicho background es bien diferente en el presente. Porque, a día de hoy, los loafers no son calzado para un solo tipo de caballero, sino una propuesta para cualquier tipo de hombre que te puedas imaginar. Sin ir más lejos, los hay quienes los combinan con su pantalón deportivo favorito, un reto de estilo que habría resultado impensable en el momento en el que estos fueron ideados para la vida diaria, a principios del siglo pasado -de hecho, si bien su origen está en el zapatero de los pescadores noruegos, fue la norteamericana G.H. Bass la que creó los mocasines de hombre para el suelo urbano-. Y es que, aunque ya fueron entonces comercializados como unos zapatos menos rígidos que unos Oxford, que representan la máxima formalidad en el departamento del footwear, su naturaleza tampoco viraba hacia el extremo opuesto, el de la informalidad absoluta. Había que conservar las formas, al fin y al cabo.

El asunto aquí es que esas formas que mencionamos son diferentes en la actualidad. O, más que diferentes, resultan más amplias porque el paraguas de esta ‘decencia estética’ recoge un sinfín de posibilidades ahora. La responsable es, claro, la moda urbana tanto de los ochenta y noventa -la original- como la de los 2010, que ha cambiado nuestra forma de concebir la vestimenta diaria hasta el punto de cambiar la forma en la que conciben sus propuestas las firmas de lujo, siempre asociadas con el vestir más pulcro, formal y elevado. Porque quién le iba a decir a los señores Vuitton, Gucci, Dior y Saint Laurent que su catálogo iba a admitir la presencia de zapatillas de deporte, sudaderas e incluso chándales completos. Una barbaridad en el pasado que no solo ha sido factible en el tiempo reciente, sino que incluso ha resultado beneficiosa para la viabilidad económica de todas estas casas.

¿Y cómo ha logrado sobrevivir el mocasín de cuero a esta revolución estética? Fácil: adaptándose a la misma. Como bien sabrás si eres un leído en tendencias -y si no tranquilo, que también te lo explicamos-, la estética preppy comenzó a imponerse como tendencia entre finales de la pasada década y principios de la siguiente, resurrección que se tradujo en la recuperación de símbolos que para nosotros resultaban añejos: los pantalones chinos de algodón, los cárdigan, las camisas de rayas, los jerséis y chalecos con cuello de pico y los mocasines. Muchas veces nos habrás leído hablar de estas prendas como de ‘ropa de padre’ justo por este motivo: en plena era del athleisure, las zapatillas XXL y las prendas de colorimetría estridente, lo preppy nos olía a naftalina. Sin embargo, su sentido tenía, ya que los expertos se refieren a dicho renacimiento como una reacción procedente un ‘agotamiento’ de la moda urbana en pos de una elegancia clásica recuperada.

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