En un verano en el que los charms más lúdicos y los collares largos de estética bohemia colman la palestra de las tendencias, la joyería y bisutería brutalista se alza también como la alternativa ideal para quienes prefieren un estilo más simple. Aun así, uno de los grandes referentes de esta estética de belleza cruda es Schiaparelli, que sobre sus pasarelas ha transformado estas piezas en auténticos tótems dorados. Sus pendientes escultóricos, brazaletes rugosos y collares de proporciones monumentales demuestran que esta tendencia puede ser tan maximalista como minimalista, según cómo y con qué se combine.
Entre los mejores ejemplos de esta tendencia destacan los collares de eslabones irregulares, los anillos con piedras engarzadas, los pendientes que retuercen la clásica forma de aro o los brazaletes abiertos y esculturales. Estas joyas, con su carácter imperfecto y su textura irregular, tienen el poder de transformar incluso el look más sencillo. La clave está en combinarlas con prendas de líneas puras y colores neutros para dejar que sean las verdaderas protagonistas del conjunto. Ya sea para elevar un vestido veraniego o para aportar personalidad a un conjunto de oficina, estas piezas invitan a jugar con la moda desde una perspectiva artística y libre de normas.
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