Ginger Rogers: mucho más que la pareja de baile de Fred Astaire | Cine y TV

Escuchas “Ginger Rogers” y al momento viene a tu mente el nombre de Fred Astaire. A lo largo de su carrera la actriz rodó 73 películas, la mayoría de ellas no musicales, pero la actriz será recordada siempre por los diez films que rodaron juntos Fred y ella, con todos aquellos bailes maravillosos que ensayaban una y otra vez hasta lograr una compenetración perfecta.

Su verdadero nombre era Virginia McMath. Lo de Ginger venía de una prima suya que no sabía pronunciar Virginia y le llamaba Ginga y de ahí derivó en Ginger. Ginger Rogers no dio nunca una sola clase de baile ni tampoco de interpretación. Era una autodidacta. De hecho, su carrera comenzó a los 15 años tras ganar un concurso de baile. “Gané un concurso de “Charleston” y gracias a ello me invitaron a ir en una gira teatral, primero por Texas y luego por todo el país. Así empecé mi carrera en el vodevil. Fueron días maravillosos, todo era nuevo para mí y disfrutaba mucho, a la vez que aprendía a estar en un escenario y a bailar”, recordaba.

De ahí pasó a los musicales de Broadway. En 1929 participaba en uno llamado Girl crazy cuando el director del espectáculo contrató a Fred Astaire para que ayudara en las coreografías, ya que el bailarín formaba por entonces un popular dúo de baile con su hermana Adele. “Nunca había oído hablar de Fred Astaire así que no estaba intimidada. Por eso probablemente me divertí tanto bailando con él. Era genial bailando, hicimos toda clase de vueltas y de pasos originales y el director de la obra estaba tan contento que nos dijo: creo que debéis hacer algo juntos”.

Ginger y Fred acabaron bailando un número en el espectáculo e incluso tuvieron un pequeño flirteo juvenil entre ellos. Pero al poco tiempo el espectáculo terminó y mientras él siguió bailando en Nueva York con su hermana, ella se fue a Hollywood, ya que la Paramount le había ofrecido un contrato. En los tres años siguientes Ginger Rogers participaría en casi 20 películas con papeles pequeños. Papeles como el de chica del coro amiga de la protagonista que interpretaba en La calle 42. En esta película fue la primera vez que la actriz llamó la atención del público. A la siguiente, Vampiresas 1933, su papel era más largo e incluso cantaba uno de los números musicales destacados del film: “We’re in the money”

Ginger Rogers es el ejemplo perfecto de artista con madre ya que ésta le acompañó durante gran parte de su carrera, como asistente personal en los rodajes y aconsejándole qué trabajos hacer y cuáles no. Lila, la madre, había sido guionista en los años del cine mudo y ejercía como crítica teatral de vez en cuando. “Era una mujer fantástica y muy brillante. Fue la luz que me guio desde el principio porque empecé mi carrera siendo casi una niña. No podía haber conseguido lo que logré sin alguien fuerte a mi lado y ese alguien resultó ser mi madre”, rememoraba la actriz

El momento clave en la carrera de Ginger Rogers, y también, por supuesto, en la de Fred Astaire, llegó en 1933 con la película Volando hacia Río. Los dos antiguos compañeros de escenario volvían a coincidir, pero ahora en el cine. Volando hacia Río era en realidad un vehículo para el lucimiento de la actriz mejicana Dolores del Río. Ginger y Fred tenían personajes secundarios y solo bailaban un número juntos, pero éste llamó tanto la atención que la RKO les propuso encabezar el reparto de su siguiente producción: La alegre divorciada.

Fred Astaire y Ginger Rogers rodaron diez películas juntos y se convirtieron en una de las parejas por excelencia de la historia del cine. Títulos como Sigamos a la flota, Ritmo loco, En alas de la danza, Roberta… Los argumentos eran bastante simplones, pero a nadie le importaba ya que lo que contaba de verdad eran los números musicales. Entre baile y baile la pareja se conocía, se enamoraba, luego se peleaba y finalmente volvía a juntarse. Todo ello de la forma más casta posible. Hasta, Amanda, su octava película juntos, la pareja no se besó en la pantalla. Y si en el cine la pareja desprendía encanto y glamur, fuera de ella sus relaciones no eran tan ideales. Fred se quejaba de que ella no ponía el mismo empeño y concentración que él en el trabajo y Ginger siempre se consideró en inferioridad de condiciones ya que cobraba mucho menos que su compañero: sus personajes solían tener menos importancia en las películas y ni directores ni productores ni críticos le daban la misma importancia que a él. “Bueno este es un mundo de hombres, al menos lo era por entonces. Así que era inimaginable que me dieran el mismo crédito que a él”, reconocía resignada la estrella.

Durante los rodajes apenas se hablaban y muchas veces ni siquiera ensayaban juntos. Astaire y el coreógrafo Hermes Pan diseñaban los números de baile. En los ensayos Hermes asumía el papel de la actriz. Luego, el coreógrafo se encargaba de enseñarle los pasos a Ginger y entonces se convertía en Fred. Mientras que Fred Astaire solo rodaba las películas musicales Ginger Rogers se prodigaba a la vez en otro tipo de films como Damas del teatro, junto a Katherine Hepburn o la comedia La muchacha de la Quinta Avenida. Finalmente, en 1939, la pareja decidió separarse. Y fue ella la que quiso poner fin a la asociación. Fred siguió haciendo musicales con otras parejas, pero Ginger buscó papeles en otros géneros.

Y a la primera llegó el premio. En Espejismo de amor daba vida a una chica pobre que se casaba con un joven de la alta sociedad. Gracias a este personaje Ginger Rogers ganó el Oscar a la mejor actriz. “¿Sabes quiénes eran mis rivales? Bette Davis por La carta, Katherine Hepburn por Historias de Filadelfia, Martha Scott por Sinfonía de la vida y Joan Fontaine por Rebeca. Estaba segura de no ganar y cuando dijeron mi nombre me quedé en shock. No es que crea que no lo mereciera, es que no lo esperaba. Lo que sí puedo decir es que en esos momentos yo estaba trabajando muy duro”, afirmaba satisfecha.

Durante la década de los 40 la actriz mantuvo el éxito con varias películas como Seis destinos al lado de Charles Boyer, Te volveré a ver con Joseph Cotten o El mayor y la menor, la primera película que Billy Wilder rodó en Hollywood y en la que Ginger se hacía pasar por una niña engañando a Ray Milland. No obstante, en 1949, llegó la sorpresa. Ginger Rogers volvía a reunirse con Fred Astaire en la película Vuelve a mí. En realidad, el productor Arthur Freed le había convencido para que sustituyera de urgencia a Judy Garland a la que una crisis nerviosa le había hecho abandonar la producción poco antes de iniciarse el rodaje.

En la década de los 50 la carrera de Ginger Rogers declinó. Aunque siguió trabajando más o menos regularmente su único éxito en esa década fue la película Me siento rejuvenecer, acompañando a Cary Grant. Ginger Rogers rodó su última película en 1965. Fue el biopic Harlow en la que ella interpretaba a la madre de la actriz Jean Harlow. Tenía por entonces 54 años. “Me gustaría poder hacer más películas, pero siempre me envían guiones sobre mujeres que hacen cosas terribles, como tirar a alguien por las escaleras o algo así. Son siempre guiones sangrientos”, decía resignada.

A partir de entonces Ginger se dedicó sobre todo al teatro musical y a la televisión. Tuvo un gran éxito en Broadway con Hello Dolly, y ya en la década de los 80 con 74 años dirigió su primer musical: Babes in arms. Cuando no trabajaba en el teatro la actriz se retiraba a su rancho de Oregon, que compró en los años 40 y que compartió con varios de sus maridos. La actriz se casó cinco veces y se divorció otras tantas. Ginger Rogers fue una republicana muy conservadora que apoyó la Caza de Brujas del senador McCarthy y pertenecía a dos organizaciones bastante singulares: La Ciencia Cristiana, un grupo que defendía la curación de enfermedades a través de la fe, y Las Hijas de la Revolución Americana, la cual solo admitía a aquellas socias que pudieran probar que descendían directamente de los primeros colonos de Estados Unidos.

En 1986 Federico Fellini estrenó la película Ginger y Fred en la que Marcello Mastroianni y Giulietta Massina interpretaban a unos imitadores de la mítica pareja. Ginger Rogers se molestó bastante e interpuso una demanda contra la película, pidiendo una indemnización millonaria. Pero la imagen de Ginger Rogers que ha quedado para siempre en la memoria de los espectadores ha sido la de sus elegantes bailes con Fred Astaire. Él murió en 1987. Ella el 25 de abril de 1995 a los 84 años. Ambos están enterrados en el mismo cementerio, el Oakwood Memorial Park de Los Ángeles, no muy lejos el uno del otro.

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