El auge del estilismo masculino: por qué los hombres han vestido hasta ahora de forma tan sobria

Aunque pueda parecer que la moda masculina ha sido, hasta hace poco, algo estática y predecible, la realidad es que no siempre fue así. Durante siglos, la moda masculina ha tendido a ser más sobria y contenida que la femenina. Esta tendencia tiene sus raíces en dos momentos históricos clave de la Europa entre el siglo XVII y el XVIII: la Gran Renuncia y la moda de la Edad de Oro de los Países Bajos. Estos eventos marcaron el inicio de una moda masculina que se caracterizó por su simplicidad y elegancia discreta, eliminando cualquier tipo de adorno excesivo, y usando colores neutros y sobrios, siendo el negro el predominante. Unos principios que seguirían moldeando el vestuario de los hombres hasta la actualidad.

En el siglo XVII, los Países Bajos se habían consolidado como una potencia económica e intelectual. En Ámsterdam, las clases altas y los comerciantes comenzaron a adoptar el negro riguroso en su vestimenta, en contraste con las extravagantes tendencias barrocas que dominaban la nobleza francesa, caracterizadas por trajes de tres piezas de seda, zapatos con tacón, maquillaje y altas pelucas. Este cambio de estilo en los Países Bajos hizo que en Europa los hombres empezaran a asociar el poder con esa estética sobria y refinada. ¿Qué impulsó aún más esta transformación? La Revolución Francesa. La caída del Antiguo Régimen no solo cambió las estructuras políticas y sociales, sino también las normas de vestimenta masculina. La monarquía fomentaba una ostentación desmedida, mientras que las leyes dictaban que cada persona debía vestir conforme a su estatus social, lo que reflejaba la opulencia. En el Nuevo Régimen, sin embargo, una de las máximas fue homogeneizar la vestimenta masculina, eliminando así las diferencias de clase y reduciendo el lujo en favor de la simplicidad y la eficiencia. Además, se dignificó el trabajo, lo que llevó a los hombres de la época a priorizar un estilo de vestir más cómodo y funcional.

Durante el siglo XIX y gran parte del XX, los hombres continuaron adoptando una estética similar: trajes de cortes sencillos, colores oscuros y sobrios, y una evitación de adornos innecesarios. Esta forma de vestir fue vista como un símbolo de seriedad y respeto, especialmente en ambientes formales o profesionales, en los que la discreción era clave para transmitir estatus sin recurrir a la ostentación. En gran parte del mundo occidental, el traje oscuro con corbata fue el uniforme masculino por excelencia durante varias generaciones, consolidándose como una forma de expresión de poder y formalidad.

Sin embargo, en las últimas décadas, la moda masculina ha experimentado un giro. Aunque la base de la elegancia sobria aún perdura, la estética masculina ha dejado de ser tan rígida. La influencia de figuras públicas, celebridades y diseñadores ha renovado el concepto de lo que significa vestir bien. En lugar de ceñirse exclusivamente al estilo tradicional de traje y corbata, los hombres han comenzado a explorar una gama más amplia de colores, cortes y tejidos, adoptando una moda más flexible y expresiva. Un ejemplo muy claro de esta revolución ha sido Harry Styles, quien ha sido pionero en desafiar las normas de género y de estilo dentro del ámbito masculino. Con su capacidad para combinar prendas clásicas con toques de moda femenina, como blusas de seda, faldas y colores llamativos, Styles ha mostrado que no existen límites para la moda masculina.

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