Cómo el Hollywood clásico alumbró la moda masculina moderna

G. Bruce Boyer, estudioso del estilo masculino, coincide en este punto: «Lo que distingue a la sastrería británica es su disciplina. No se trata solo del hombro o la solapa, sino de cómo se mueve la prenda con el cuerpo. Cuando Grant aparece en Con la muerte en los talones, no solo es que el traje le siente bien, es que se mueve como si hubiera sido hecho para él, y así fue».

Mears señala que los diseñadores de vestuario estadounidenses estudiaron de cerca aquella estética británica. «Incluso expertos como Adrian, que diseñó para MGM, comprendió el valor de esos detalles», afirma: «No se trataba de copiar totalmente la moda inglesa, sino de utilizar su lenguaje para construir un nuevo tipo de icono americano».

La silueta del Hollywood clásico

El traje de corte drapeado se convirtió en el uniforme del Hollywood clásico. Desarrollado en Savile Row y perfeccionado en Los Ángeles, la silueta añadía volumen a la parte superior del torso y acentuaba el movimiento. «Era sutil y redondeado, y facilitaba el movimiento», dice Mears: «No era rígido. Seguía siendo llamativo, pero sutil».

Con hombreras, pliegues y botones colocados con precisión, lo importante en estos trajes era ensanchar los hombros, afinar las cinturas y alargar las extremidades. «Tenían un aspecto delicioso», opina Mears: «Tan bien proporcionados. Tan fáciles de llevar. Fue realmente un momento influyente de la indumentaria moderna».

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Gary Cooper, 1936.

Bettmann/Getty Images

Sastres como Frederick Scholte en Londres, y más tarde diseñadores de MGM y tiendas privadas de Rodeo Drive, confeccionaron trajes para la cámara y para lo que Boyer denomina «fantasía proyectada». ¿Pero la verdadera sastrería ligera? Eso sí que lo perfeccionaron los italianos.

«La influencia italiana no empezó realmente hasta unos diez años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Brioni, que estaba a la vanguardia del look italiano, no comenzó a tener clientes fuera de Italia hasta 1955 más o menos», explica Boyer: «Y fueron los italianos –sobre todo en el sur, en Nápoles– quienes perfeccionaron lo que hoy llamamos la ‘prenda deconstruida’. Cogieron todo el relleno que los ingleses ponían en las prendas y lo quitaron. Así que, en cierto modo, son un contrapeso el uno del otro».

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