Las venus de las pieles, la 1ª gran tendencia del invierno 2026 vista en París

La belleza y la locura han acercado posiciones y la mezcla que mejor ejemplifica esta unión es la protagonizada por camisones y pieles. La moda que cubre, abriga y protege unida a aquella que solo quiere liberar, desnudar. La firma Chloé no ha sido la única que ha abrazado esta combinación y ha reivindicado la importancia del primer material que el hombre utilizó para vestirse. Simone Rocha ha sido mucho más literal en este sentido, y se ha valido de pieles tal cual, pedazos incluso, para cubrir a sus modelos. En su colección otoño-invierno 2025/26 hay estolas, abrigos, tops, peluches, capuchas y faldas que se han revestido de “piel”, entendida ésta como un material cercano al visón. El origen escocés de Rocha ha influido y mucho en esta representación en la que la estética pacticada por los clanes históricos del país más septentrional del Reino Unido ha estado presente en cada detalle.

Desfile otoñoinvierno 202526 de la firma Prada. © GettyImages.

Desfile otoño-invierno 2025/26 de la firma Prada. © GettyImages.

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Prada, firma siempre lúcida en cuanto a entender el mundo que le ha tocado vivir se refiere, ha hecho especial hincapié en este contraste en su última colección otoño-invierno, donde hay una gran presencia de prendas muy cercanas a la ropa de interior –camisones, pijamas, batas y albornoces–, pero siempre al lado de voluminosos y pesados abrigos de piel. Es decir, la polarización del mundo escenificada sobre una pasarela. Cómo nos vestimos dice cómo nos sentimos, y Miuccia Prada –directora creativa de la firma– sabe que no estamos ni especialmente seguros ni especialmente cuerdos.

Desfile otoñoinvierno 202526 de la firma Valentino. © GettyImages.

Desfile otoño-invierno 2025/26 de la firma Valentino. © GettyImages.

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La falta de matices de una una realidad social cada vez más dividida ha convertido la moda en un espacio ideal donde soñar con una “reconciliación”. En el caso de Valentino, son los baños de un club pintados de color rojo –en un claro homenaje al recientemente desaparecido David Lynch– los que presencian el caos. Abrigos de piel combinados con transparencias, encajes, leotardos blancos, joyas enormes y (por qué no) medias de color beis recortadas y reutilizadas como diademas. Y en la colección de Paco Rabanne hay incluso apliques de piel donde lo habitual es encontrarse con unos flecos. Todo vale con tal de escenificar la rareza del mundo que pisamos y que invita, contra todo pronóstico, a volver a un tejido que nos reconecta con lo que fuimos al principio, cuando la moda no quería vender sino proteger; y a llevar el mismo como una suerte de escudo y de reivindicación. Fundamentalmente, porque debajo no hay nada.

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