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Jaime Álvarez (Mans): “Pensar que eres más guay si vistes de una firma internacional me parece bastante paleto. En España tenemos muy buenos diseñadores”
El de la añoranza es un debate que, como todos en el instante en el que nos encontramos, está cargado de un evidente radicalismo por las perspectivas diametralmente opuestas que se generan a partir de este. Están quienes la defienden a ultranza como el literato Julio Cortázar, quien habló de la nostalgia como de lo único inmortal en la existencia porque “está en el color de nuestros ojos, en cada relación amorosa y en todo lo que nos atormenta profundamente, nos desata y nos engaña”, o Robert Wyatt, quien dijo preferir “las nubes de la melancolía” a la realidad. En el bando contrario están sus oponentes, donde encontramos al ex subsecretario de Estado de Estados Unidos George Ball, quien escuetamente categorizó la morriña como una “mentirosa seductora”, Harrison Ford, quien en una entrevista aseguró vivir en el presente porque no tenía “ese gen” en su biología; o incluso nuestro editor de cultura Noel Ceballos, que se refirió a la nostalgia como “una hamburguesa que se come a sí misma”.
Si le preguntásemos sobre este asunto a Jaime Álvarez, director creativo de la firma española Mans -otrora Mans Concept- desde su propia fundación hace ya ocho años, el sevillano de 30 primaveras nos diría que su posición está alineada con la de la primera escuela, la de la celebración de los tiempos ya pasados. O, al menos, eso podemos intuir cuando expresa la hilatura conceptual de su ultimo bebé: la colección otoño / invierno 2025 – 2026 recién presentada en la ya clausurada Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Una propuesta secreta en el momento en el que dialogamos, días antes de que esta viera a la luz, que ahora además de pública es respetada y, sorpresa, galardonada. Esto es porque Jaime Álvarez y su Mans recibieron este pasado domingo 23 de febrero el Premio L’Oréal a la mejor colección de la octogésima primera edición de la pasarela madrileña por representar “el equilibrio entre el glamour decadente y la funcionalidad cotidiana”, en palabras del jurado.
Del rock & roll de Mick Jagger a la décadence a lo John Galliano: así es la visión de Jaime Álvarez para el hombre Mans
Dicho argumento representa a su vez uno de los motivos que explican por qué Álvarez es de los que ven luz y esperanza en la nostalgia. Porque el diseñador, uno de los responsables de que hablásemos de la nueva masculinidad en la moda en nuestras fronteras a finales de la pasada década, quería recuperar ese espíritu transgresor mediante el cual edificó la marca. Un principio que, aunque no olvidado, había suavizado en pro de la comercialización, esencial en la supervivencia de una casa de moda.
“En esta colección hemos querido recuperar al hombre Mans de nuestros comienzos. Un hombre un poco francés, decadente, sensual… un poco johngallianer [en referencia a la estética de John Galliano, director creativo de Givenchy entre 1995 y 1996, de Dior entre 1996 y 2011 y de Maison Margiela entre 2014 y 2024], le llamo yo”, nos explica entre risas el propio Álvarez en esta entrevista para GQ España, un diálogo que se desarrolla en la planta baja de su taller ubicado en el número 10 de la Travesía de San Mateo, dirección madrileña que linda con Chueca y a su vez con Malasaña. De nuevo, la decadencia en positivo, irónico teniendo en cuenta su significado y los sinónimos que se atribuyen a la misma- decaído, caduco, disminuido, menguado, decrépito-. “Queríamos una sastrería con un punto funcional pero mucho más creativa. Me he divertido más creando al hombre de esta colección, lo reconozco”, continúa.
Porque, a los ojos de Álvarez, la sastrería puede ser ocurrente y ciertamente guasona. Dos factores que hace décadas habrían resultado incompatibles con el look de sastre al uso por la formalidad, seriedad y rigidez del mismo pero que en Mans, sin embargo, parecen convivir desde vidas pasadas. Es, al fin y al cabo, uno de los mayores esfuerzos de la industria de la moda desde la segunda mitad del pasado siglo: recodificar el traje para descontextualizarlo -y recontextualizarlo- en clave cool para evitar su caída en desgracia en pleno apogeo streetwear.
Un divertimento que, en efecto, confirma el regreso de Jaime Álvarez al primer hombre Mans, quien aderezaba su biología con americanas estructuradas y de hombreras contundentes que contrastaban con las delicadísimas -e incluso eróticas- blusas con lazada en el cuello, símbolo sine qua non para la firma española, y los pantalones de pinza fluidos cuya coreografía sobre la pasarela llegaba a resultar hipnotizante. A su vez, este mismo divertimento se expresa mediante un juego de surrealismo y comicidad explícito que se confirma cuando uno repara en las mangas de camisa que, a modo de cinturón, abrazan las partes de abajo y caen sobre las mismas como si de una cascada textil se tratase. También la colorimetría y texturas que reinan en la colección reflejan ese pasatiempo, donde los terciopelos y las lanas en ricos rojos, púrpuras y magentas conviven con algodones, organzas y sedas en azul bebé, gris, marfil y rosa tanto chicle como empolvado; así como la accesorización, con bailarinas y slippers firmada por la también española Flabelus y los tocados florales a lo Philip Treacy, el mejor sombrerero de la moda contemporánea, a cargo de VivasCarrión.
¿Y cómo se ha traducido esta experimentación en la colección para mujer? Recordemos que Mans se sumergió en la guardarropía femenina en la temporada primavera / verano 2024, presentada en MBFWM en septiembre de 2023, y desde entonces es parte indispensable de su catálogo. Una decisión que fue natural para la marca, puesto a que ellas representan una muy buena parte de sus ventas («con la mujer nos va muy bien en términos económicos, cada vez más chicas confían en nosotros tanto para vestidos como para trajes de chaqueta», justifica Álvarez), pero que también sirvió de desahogo creativo para su líder, quien confesó en una entrevista para Vogue España que había pasado por un momento de hastío y pesadez que le había hecho replantearse el porvenir de Mans. “Ahora la verdad que estoy muy contento y muy entusiasmado. Estuve unos meses trabajando fuera, en Barcelona, para una marca grande de Inditex y me sirvió para darme cuenta de que echaba de menos mi marca… sentía que estaba abandonando a mi hijo (se ríe). No era una cuestión de que la marca fuese mal, sino más bien un tema personal. Tuve que salir un poco para tomar distancia y reforzar”, confesó.