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¿Está preparada la moda masculina para el gran otoño del estilo Britpop?
Este artículo sobre el regreso del estilo Britpop se ha publicado originalmente en GQ.com.
El pasado 27 de agosto, el sonido de un crujido recorrió todo Reino Unido: era la tapa del ataúd del Britpop, que se rompió en dos cuando Oasis, leyendas del rock manchesterianas que por fin habían dejado atrás sus enconadas diferencias fraternas, anunciaban una nueva gira.
Y ya era hora, ¿no? Ya tuvimos nuestro Brat Summer, una temporada calurosa y húmeda al ritmo del disco de Charli XCX, que lo tiñió todo de verde blandiblú, desde los bailes de TikTok hasta la campaña presidencial de Kamala Harris. El Brat Summer fue más una tendencia ideológica que una tendencia de moda, aunque ciertamente vimos mucho de ese verde nuclear en prendas y accesorios y no menos camisetas de tirantes blancas. La propia Charli XCX lo dio por terminado en Instagram cuando llegó el otoño.
Las condiciones son óptimas para un relevo del Britpop: la gira de Oasis, un clima más frío, la temporada de fútbol en marcha. Treinta años es el tiempo justo para que renazca la nostalgia (y para que los Zoomers idealicen el mal comportamiento).
Y, por supuesto, nos referimos a la música —después del anuncio, Wonderwall, Live Forever y Don’t Look Back in Anger escalaron al top 10 de las listas de éxitos, cortesía de los miembros de la Generación X que escuchaban sus canciones favoritas sin cesar para celebrarlo—, pero también a la moda. La llegada del estilo Britpop se está dejando sentir en la moda masculina de manera tangible, disparando ventas y búsquedas y asomándo, tímidamente de momento, por las calles.
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El Britpop nació en Reino Unido y alcanzó su apogeo hacia 1994 como reacción al dominio de la música grunge del otro lado del charco. Y es que, como suele ser habitual en los británicos, no se quedaron de brazos cruzados y acuñaron su propio estilo: melodioso, melancólico, cargado de nostalgia, con letras que referenciaban la experiencia de la juventud de clase trabajadora.
De repente, surgieron grupos de chicos guapos y desaliñados cuyos nombres sólo tenían una palabra: Oasis, Blur, Suede, Pulp, Supergrass. El club aumentó ligeramente su tamaño para permitir la entrada de una banda con una segunda palabra: The Verve. Las chicas también formaban sus grupos, como Elastica, Sleeper y Lush. El sonido era melódico y existencial, quejumbroso en el mejor de los sentidos. En todo Reino Unido, los amplificadores sonaban con guitarras eléctricas e influencias de la música disco y el jazz. Miraras donde miraras, los ojos azules de Liam Gallagher, líder de Oasis, te miraban fijamente desde los pósters con el saludo de los dos dedos en alto; Damon Albarn, de Blur, hacía alarde de sinceridad juvenil, con su pelo rubio y su flequillo largo; Jarvis Cocker, de Pulp, era el joven profesor loco con camisa y americana.
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Por fin, de Reino Unido surgía algo propio y único. Di lo que quieras de Nirvana o Alice in Chains, pero nunca encontrarías a un Liam Gallagher cantando “I said maaaaaybeeeee” en las calles de Chicago o Los Ángeles.