¡Tu carrito está actualmente vacío!

Ángeles, momentos de paz, siete cantantes formados formándose y clausura con cuatro siglos dentro. Semana muy lírica -y final- del XXIV Encuentro de Santander – El Faradio
Pocas veces se ven colas en el muelle de Gamazo ante un edificio en obras; la espera era para entrar en la sala Pereda del Palacio de Festivales en los recitales gratuitos del XXIV Encuentro de Música y Academia. Mientras se permite el acceso es curioso escuchar las opiniones sobre ese mirador en construcción: “Yo ahí no subo”, “Si hija, sí, que se ve toda la bahía”, “Pueden poner música en el ascensor y -ya de paso- la tabla de mareas”.
Semana muy lirica con conciertos de cantantes de música clásica por la región y dos galas en la sala Argenta con momentos de gran armonía.


Siete jovenes cantantes y su profesora. El pianista está detrás
Gran Gala Lírica – Sala Argenta – 23 de julio – 20:00 horas
La alineación de los cantantes liricos elegidos para este encuentro vigésimo cuarto -todos europeos y europeas- fue un septeto selecto (impar y simpar): tres sopranos, dos barítonos, un tenor y una mezzosoprano. Como entrenadora de voces y expresividades una de las grandes cantantes de los últimos cuarenta años, capaz de conjugar Monteverdi con Piazzolla, Bach con todos los lieder posibles: Bernarda Fink (Ramos Mejía, Argentina,1955), la mezzosoprano que junta las músicas de Europa con las de su país natal.


Dos gatos y un pianista. ¡Si Rossini levantara la cabeza!
Una sala llena vio y escuchó diez piezas, seis con solista y piano, tres con dúos (y piano) una con el tutti vocal (y piano). Si con los solos hubo lucimientos de bel canto (Tu, che di gel sei cinta de Puccini en la voz de la soprano finlandesa Nanna Juntunen, 1992), los dúos fueron lo mejor de la noche, sorpresa final excluida. Divertidos mezzo y tenor en el dúo bufo de los gatos de Rossini (gata 1: Xenia Lamberski – gato 2: Ondrej Benek) y preciosos balanceos de barcarola en el Dúo de las flores de la ópera Lakme de Leo Delibes (Jazmín blanco: Phaedra Pribilla – Rosa: Estere Katrina Pogina). El barítono español Alonso Cano lució con un tema de zarzuela y un aria de Mozart.
Y llego la sorpresa, fuera de programa. Bernarda Fink -profesora orgullosa de alumnos- anunció: “Estoy aquí en nombre de todos los cantantes. Queremos elevar una plegaria por la paz en el mundo”. Y ya en octeto se escuchó Jesus bleibet meine Freude de la Cantata 147 de Bach, un canto a la tranquilidad del espíritu, la armonía y clamor de paz. Cierre perfecto.


Bernarda Fink cantando a Guastavino. Piano Omar J. Sánchez
Concierto de Clausura – Sala Argenta – 26 de julio – 20:00 horas
Más de 13.000 espectadores tuvieron los diversos conciertos del XXIV Encuentro de Santander, la mayor parte de ellos (6.500) en una sala Argenta bien nutrida de público. El concierto de clausura estuvo dedicado in memoriam de la compositora ruso-tártara Sofía Gubaidulina (1931-2025), fallecida hace cuatro meses. El programa parecía demasiado ecléctico, saltando de Bach a Gubaidulina, del húngaro Ernő Dohnányi al argentino Carlos Guastavino. Saltos temporales de siglos, estilos, agrupaciones de músicos y cero parlamentos. Saltos que permiten ver el trasiego de sillas y partituras en un escenario cambiante cada media hora, acompañado de escuchas de ascensores, puertas y abanicos en momentos de intermezzos y lamentos musicales. También hubo teléfonos móviles, pero esto ya es casi normal en los conciertos ahora con el refuerzo de relojes digitales consultados compulsivamente.
Todo empezó con el Concierto de Brandemburgo num. 5 de Bach (correcto), siguió con las espiritualidades y lamentos de Sieben Worte (Las siete palabras de Jesús en la cruz) de Gubaidulina (1982), donde el diálogo entre el violonchelo de Christoph Richter y el acordeón de Iñaki Alberdi sostenían una difícil pieza, para continuar con cuatro canciones de Carlos Guastavino (1912-2000), terminando con un sexteto inusual (op. 37 de Ernő Dohnányi, 1877-1960) con cuerda, piano, clarinete y trompa. Fin de la diversidad musical de la noche, cuatro siglos difíciles de fusionar.
Hacer notar y destacar el breve e intenso disfrute de las canciones populares y de cuna argentinas que cantó Bernarda Fink. Lo mejor de la noche de una voz que emociona y acaricia a quien la escucha. El niño dormido de Encantamiento se sentía con su claro fraseo y esa flor de canción (cuando algo es lo mejor en Argentina es “flor de…”) que es Campanilla, ¿a dónde vas? Delicada poesía hecha canto, sensibilidades trasmitidas de forma elegante. Una gran mezzosoprano pasó por Santander. Un ángel cantor.


Jordi Francés ahora toca el violonchelo
(Curiosidad final: Hubo un director del Ensemble de Cuerdas del Encuentro en la pieza de Gubaidulina presentado en el programa como otra persona. Menos mal que la fotografía sí corresponde a Jordi Francés, director sin batuta y muy enfático. Véase el error de revisión de diseño)